Escuchamos desde lejos los cascos de un caballo, acercándose a la casa.
Kaan abrió la puerta y salió al umbral. Molesto y combativo.
Quicré detuvo su caballo pinto, el mismo con el que hace un par de años me había raptado de la pirámide de Ah Puch. Se bajó del caballo y levantó un pañuelo blanco en señal de tregua.
- Voy a ver qué quiere, le dije a Kaan y me acerqué a dónde estaba Quicré.
- Y ahora qué?! Te dije que no queremos saber nada de tí.
- Fui al Mapu, Lu. Presenté la reclamación... de divorcio. Me la concedieron porque alegué... que eres completamente estéril. No mentí. Y es un argumento válido de divorcio mapuche.
- Genial. Y entonces, eso es todo?
- Tengo que devolverte a tu padre y, él tiene que devolverme lo que le pagué por tí.
- Eso fue un saco de canela.
- Si bueno, el pollo y el gomiboing te los perdono.
- Entonces?
- Tengo que llevarte en el caballo y dejarte en la pirámide de Ah Puch. Son formalidades.
- Vale, espérame que les tengo que decir.
Regresé a la casa a despedirme de Kaan y Huitzin.
- Me está dando el divorcio! Tengo que ir con él un rato, pero volveré. Sus rostros brillantes de alegría, les di un beso a cada uno y volví a salir.
- Bien Kiki, llévame. Me monté en el caballo y nos fuimos.
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- Don Ah Puch, podemos subir?
- Qué están haciendo? Suban mijos, qué pasó?
Subimos.
- Don Ah Puch, le devuelvo a su princesa.
- Nos estamos divorciando papá. Tienes que devolverle la canela.
- La canela? Huy ni idea. Metz?! Sabes dónde quedó la canela de Quicré?
- Se están divorciando, chicos? Bueno, ustedes ya hace tiempo que estaban separados. Ven conmigo, Quicré.
Esperé que Meztli y Kiki se fueran para hablar con Ah Puch.
- Papi, ya hablaste con el Quetzal?
- Sí, pero tienes que ir primero para que te evalúe.
- Tiene que ser lo más pronto posible. Crees que en dos semanas esté bien?
- Lo arreglaré para entonces, mi corazón. Estás segura que quieres eso.
- Muy segura.
Quicré y Meztli volvieron.
- Entonces, muchas gracias por todo, don Ah Puch. Yo lamento si hice algunos destrozos por aquí.
- Qué vas a hacer ahora, Quicré?, preguntó Meztli.
- Me regreso al Mapu, po. Voy a estar bien.
- Y la casa de la Cihua? Le pregunté
- La cuidarías tú? Se quedaron allí los pollos, pobrecitos, o te los llevas dónde Kaan.
- Los voy a cuidar, Kiki. Esa casa es de Pon, y cuando nos separen podrás volver ahí a vivir con ella, si quieres.
- Preferiría que Pon viniera al Mapu conmigo. Pero que sea ella la que elija. Adiós Guadalupe.
- Adiós Quicré.
Y Kiki bajó la pirámide, subió a su caballo pinto y se marchó de mi vida.
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