Nadowa, Sioni y Yehwé, así terminé llamando a las hermanas mayores de Jay, fue lo mejor que pude hacer por acortar y familiarizar sus nombres.
Eran unas buenas mujeres, amables, sonrientes y trabajadoras. Se preocuparon por ser mis amigas y hacerme sentir bienvenida desde que llegué.
Mi casa se había convertido en una especie de taller de artesanías y ahora ellas venían aquí a reunirse para tejer cintas o canastos mientras conversábamos un rato. Hasta que sus esposos las llamaran de vuelta.
- En verdad estamos tan contentas por Jay y por tí, Lupita.
- Entre iroqueses no sé si lo sabes, pero todo se hace en democracia.
- Y nada es aprobado a menos que el consejo lo decida.
- Y el consejo es de mujeres.
- Y todas las mujeres Oneidas estamos encantadas contigo.
- Pues gracias, chicas. Qué pude haber hecho yo de bueno, no lo sé.
- La verdad, tus antecedentes eran malos, verdad Sioni?
- Si, muchos divorcios. Y además tu edad.
- Pero eso era lo de menos, Yehwé.
- Pero eres tan bonita. 😊
- Te pareces a tu madre. Pero no tienes el carácter de ella.
- No, tú eres cariñosa y amable. Eres como un hada.
- Y además es cierto que cantas y que bailas.
- Tu voz es aguda y dulce como un ave.
- Gracias, eso es de familia.
- Y cuando bailas, la música vive en tí.
- Bueno, eso es de crianza, supongo.
- Y tus manos, Lupita. Te acabamos de enseñar a hacer cintas y canastos, y ahora los tuyos son más bonitos que los nuestros.
- Es talento natural, me imagino.
- Pero lo más importante de todo es...
- Que nunca vimos más feliz a Jay que ahora que está contigo.
- Siempre está feliz pero ahora camina entre las nubes.
- Nosotras lo cuidamos mucho, pero sentimos por fin que llegó la correcta para él. Por eso tú matrimonio fue aprobado por los Oneidas, no creas que fue automático. Estamos contentas de ahora ser tus hermanas.
- Que lindo lo que dices, Nadowa. También me gusta ser su hermana, chicas.
- Así que estamos impacientes porque Jay y tú decidan pronto tener su propia familia.
- Sí, pequeños sobrinos para que jueguen con sus primos 😊
- No entiendo de qué estás hablando, Sioni.
- Cómo no? Bebés!
- Aunque es cierto que entre los iroqueses no hay realmente sangre real, no necesariamente Jay será el próximo jefe.
- Pero siendo hijo del anterior y tan querido como es, es lo más probable que lo elijan.
- Siempre y cuando tenga una buena familia de su lado. Su esposa y sus hijos.
- Yehwé, no se los dijo Jay?
- Qué cosa, Lupita?
- No puedo tener hijos.
- Lupita, sabemos que te fue mal en el amor, pero eso fue culpa de los malos hombres con que te tropezaste. Jay es diferente y te ama, descuida, el siempre velará por tí y por sus niños.
- No entienden! No es que no quiero. No puedo! Las hijas de Ah Puch que nacieron bajo su maldición somos estériles.
- De qué hablas?! La princesa Cihuacoatl jamás nos dijo nada como eso.
- Nos dijo que habías tenido algunos hijos, pero todos habían quedado en custodia de sus padres.
- Se lo conté a Jay, él lo sabía. Por eso mismo jamás planié que se volviera algo serio, pero él tenía al parecer otras ideas.
- Imposible!
- Jay no dijo nada sobre eso!
- Lo siento Lupita, eso lo cambia todo.
- Qué va a pasar, Nadowa?
- Tendremos que hacer otra reunión,lo siento cariño, te avisaremos.
- Entonces, ninguna otra cosa vale nada, ni mi talento, ni mi belleza, ni mi buen carácter si no puedo tener hijos, es así?
- Cariño, es un chico joven, merece tener una familia, no te puedes interponer en su felicidad.
- Me acaban de decir que yo lo hacía muy feliz.
- No seas egoísta con él, Lupita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario