Debo decir que cuando vi a Omaya por primera vez fue en el real, porque es una estrella de cine que por aquel tiempo estaba en ascenso y salía por todos lados, y me pareció super hermosa y adoraba su forma de vestir muy elegante y siempre llevando con orgullo sus raíces africanas.
Luego, supe de ella en el astral. Supe como habia conocido a Kuk kame en la selva maya, una vida en que el se entrenaba con miras a ser elegido el heredero de Ah puch, se la encontró por casualidad, Ella era descendiente de esos primeros africanos que llegaron junto a los annunakis de medio oriente y vivieron entre los olmecas. Luego que la civilización olmeca desapareció, habían quedado a vivir en ciudades ocultas de la selva. Para Kuk kamé fue como una aparición mágica, a ella le cayó bien, porque le hacía reir, le llevó a conocer su ciudad y su gente. El le llevó también a los cenotes y la entrada de Xibalbá, pero sabia que era imposible, porque ella era amarilla, y su padre la haría echar. Así que luego de eso renunció a su amistad y no la volvió a buscar.
Luego esa vida colonial que tuvieron en que los patrones se murieron en un accidente y ellos se quedaron solos en la casa por años, y se adueñaron de todo y tuvieron su hijo, Tleyotl, hasta que bueno, un buen día llegaron por fin los parientes de sus patrones desde España y no se contentaron con botarlos a patadas, los mataron. Y quién se iba a quejar por un indio y una negra.
Luego Omaya se quedó sola con su hijo. Ella no era cualquier cosa, era una princesa yoruba, hija de Shangó y Oyá, y se tuvo que comer ser la amante y madre del hijo de un pinche mexica, que sí, era el principe heredero del dios del inframundo maya y bla bla, pero de qué servia si nunca la iba a llevar a su casa, a presentarle a su familia y a darle su lugar, ni a ella ni a su hijo. Y por amor se lo aguantó muchos años, pensando que él algún día lo haría, tal vez cuando fuera reconocido heredero formalmente y dejara de temer que su puesto tambaleara por disgustar así a su padre.
Pero Kuk kamé se hace el bueno, pero es un tal por cual y lo unico que le interesó siempre era no perder su puesto, y por eso sabia que él no podía aparecerse con Omaya por Xibalba jamás, que su hijo naranjo era un deshonor y que si quería ser reconocido heredero, tenia a fuerzas que casarse con una princesa mexica, de su sangre mejor, si era posible. Y por eso, se casó conmigo. Kuk kame le rompió el corazón a Omaya cuando hizo eso.
Y yo que no supe como era todo el cuento en ese tiempo, todavía la traté de buscona y arrastrada y no me caía bien. Pero luego que le metí el cuerno a Kuk kame, él lo primero que hizo fue buscar a Omaya de nuevo. Le dio por ahi, y le dijo, me voy contigo, no la amo a ella, aunque me deshereden, ya me valió madre. Y neta se fueron, a vivir en la frontera, en el astral naranjo mexica. Ella tampoco podía llevarselo a vivir con su familia, por lo menos por ahora, que era un paria.
Y por su puesto, les fue de la chingada, porque discutian todo el tiempo porque no se puede vivir del amor, y ninguno se soportaba el tono de reproche por lo que él la habia hecho sufrir, y lo que él habia dejado atrás por haberse ido con ella. Al final, ella agarró sus chivas y se regresó con su madre. Tleyotl se quedó con su papá. Sintió que lo necesitaba más.
Al final, la que le suplicó a Ah puch que lo dejara volver a Xibalbá fue este pechito, porque a pesar de haberme divorciado de él, es mi hermano y me daba pena. Kuk kame regresó a Xibalba, pero Tleyotl se quedó viviendo en el astral naranjo. Ya tiene 16 años, no es un crío. Allí tiene amigos mayores que él que lo cuidan y lo acompañan.
Y Omaya, lamentó haber perdido tanto tiempo, su juventud se le habia ido así, y tiene tanta mala suerte!! Porque el principe yoruba con el que se habia empatado ahora, una persona muy buena y de principios, hijo de Shango y Oyá como ella, su verdadera sangre, fue uno de los soles que murió a causa de la ceremonia del emperador. Hablo de la muerte mortal, la muerte total, de la que se desaparece la gema primigenia que es tu alma y ya no reencarnas más. Es la verdadera muerte de los shamanes.
Hace poco, la volví a ver llorando, y ya no pude volver a sentir mala onda por ella. Habia ido a la entrada de Xibalbá a escondidas a reunirse con Kuk kamé, hablaron un rato, yo los vi, pero no era un encuentro clandestino de ellos, los dos estaban llorando muy amargamente.
Cuando ella se fue, yo logré interceptar a Kuk kamé para preguntarle que habia pasado. Me dijo que a Tleyotl finalmente, le habian salido "las manchas". Ya iba tarde, 16 años, todos habiamos pensado que por naranjo se habia salvado y que la maldición de la descendencia masculina de Ah puch no lo habia tocado. Pero no fue así. Tleyotl tiene la mancha en el brazo derecho, desde el codo hasta la mano, y alrededor del ojo izquierdo. Aunque nunca se sabe si así quedará o se pondrá peor.
Yo fui luego a buscar a Tleyotl, Omaya estaba con él. Se asustó al verme, tal vez pensaba que yo la iba a agredir o algo. Yo miré las manos de Tleyotl, una sana, y la otra, la otra estaba muerta. Igual le tomé de las manos y lo miré a la cara. Su cuenca estaba vacía, ni siquiera tenia una llamita de fuego fatuo en ella que la iluminara, como los ojos de Ah puch. Yo estaba llorando y abracé a Omaya.
Ella murmuró, "Es naranjo, ni siquiera puede vivir en Xibalbá ni va a heredar nada de allá. Pero esta porquería si la tenía que heredar." Estaba destrozada. Yo lo estaría en su lugar. De hecho fue una de las razónes por las que me divorcié de Kuk kamé también. Saber que tu hijo algun día se podrirá en vida, puede que poco o mucho, pero se podrirá y será para siempre y no uedes hacer nada por evitarlo. Y los hijos de él, y los hijos de ellos. Todos. Una raza maldecida.
Luego me dijo, hiciste bien en separarte de él antes de haber tenido hijos varones, nadie merece este dolor. Tengo una hija con Kuk kamé, Xochicihuatl, pero es niña. Las niñas no heredan la maldición, ni la transmiten a sus hijos. Ese día me hice finalmente amiga de Omaya, y la volví a ver como la mujer hermosa y elegante que siempre fue, pero además como una mujer fuerte y valiente, que ha sufrido mucho más de lo que nadie merece.
Te quiero mucho, Lupita Nyongo.
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