GATO PERSA, LA MUCA INSANA



miauuuuuuuu

viernes, 18 de diciembre de 2020

Andrek

Siempre era lo mismo con él. Nos peleábamos por alguna tontería y él terminaba aprovechando algún descuido mío para callarme la boca con un beso, y dependiendo del lugar donde estubiéramos, encontrar una habitación vacía para tirárseme encima. Yo apenas le daba dos o tres golpes con la mano en son de protesta y luego me dejaba llevar. Entonces dejaba de pelear, no solo con él, sino con el mundo entero, y me concentraba en sus ojos, su sonrisa y su pelo. A veces, por momentos, me parecía sentir entonces, que me quería, atisbarlo en sus pupilas. Pero no. Seguramente me equivocaba.

El podría irse o quedarse a dormir, pero al levantarse invariablemente diría algo cruel, que ninguniara cualquier sentimiento que pudiera haber en el aire, que redujera lo que acababa de pasar a otro revolcón sin importancia. Y yo, por estar a la altura respondería algo del mismo estilo, con ironía envenenada, escondería para mí cuanto le amaba. Porque mi amor por él me hacía débil, su víctima.

Era tan antiguo ya este ritual, que no recuerdo el principio, si yo ya era así, si me volví así por él, o él se volvió así por mi. O acaso los dos simplemente nos encontramos y chocamos. El nunca fue mi novio. Todas las veces que lo encontré fue mi amante. Era como la droga y siempre terminaba enganchada a él. A esa forma de vida toxica que era odiarle y amarle a partes iguales. Yo habría dejado a cualquiera por él, pero él nunca dijo que me quería. Yo asumía que no. Que le gustaba jugar conmigo y romperme el corazón por deporte, que él sabia de mi amor porque era indisimulable, en mis ojos, en mis labios y en la punta de mis dedos. Que volvía a buscarme para divertirse de lo chistosa que era esa pobre mujer tan enamorada de él pero que nunca lo admitiría.

Fue con el tiempo que se formó una costra en mi corazón, que levanté una barrera para que su desamor no me dañara, pero la terminé usando contra todo el mundo. El también cambió, pero por el contrario, su barrera se fue cayendo. Hasta que un día, pero de una manera mezquina, pidió mi mano en matrimonio. “Te haré el favor de casarme contigo”. Pero yo le rechacé, le amaba más que a nada, pero no podía confiar en él. Entonces él se dio cuenta de que estábamos dañados para siempre.

Y ya ni siquiera sé si lo hizo por él o tal vez haya sido el único acto de amor que hizo por mí. Pero un día se largó. Rompiéndome el corazón como siempre. Se casó con otra y se fue lo mas lejos que pudo, a donde no me pudieran llegar noticias de él. Para que fuera libre, para poder sanar. Para reconstruir los pedazos de lo que queda de nuestras vidas. El volvió al elemento al que pertenece con la que siempre debió haber sido su mujer.

Y yo, le agradezco que se fuera. Le agradezco que nos hiciera a ambos ese favor.
Aun hay días que le extraño. Aún su nombre es mi mantra para cuando tengo ansiedad. Aun puedo sentir como se quiebra algo en mí cuando le recuerdo.

Pero sí, volvió después de varios años, hace poco a hablarme desde donde está ahora, a decirme que pensaba volver. Solo. Dejando a su mujer allá. Estaba jugando conmigo de nuevo? Quería ver como reaccionaba, qué le decía?. Yo estaba bajo el embrujo de los dioses méxicas y vivía por esos días adorando el suelo que pisaba Kaan. Así que le respondí que bueno, bien por tí, como si se lo dijera a un conocido que realmente no me importa.

“Supe te casaste de nuevo” me dijo. Como se puede enterar de mi y yo no de él? Le hablé 4 cosas de Kaan como si hubiera encontrado al verdadero amor de mi vida, príncipe de mi existencia, sol de la creación. Y esa fue la última vez que supe de Andrek.

Espero que seas feliz. Maldito cilophyte.

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