- Lu, la mamá nos ha invitado a la nación iroquesa, para presentarnos al Bojan.
- Quien es ese?
- Si cachay, el búfalo, el papá del Jay.
- No manches, no quiero saber nada de ese señor.
- De la mamá tampoco querí saber nada?
- No, tampoco. No la perdoné. Que haces tú hablando con ella
- Porque es mi madre, po. Nuestra madre. El Ah Puch no es tu papá, el Tlecuh es tu papá, también deberías tratar de conocerlo.
- Ese señor es el que no me quiso conocer a mi. No tengo nada que hablar con el tipo, Pablo.
- No. No, Pablo no. Pablo es que no me quieres, que me quieres castigar. Yo le dije ya al Tlecuh que la cagó contigo, que lo tiene que arreglar, pero ya está bien, es un hijo de puta,ya. Pero la Cihua, no te puedes poner del lado del Ah Puch y no escucharla a ella.
- Ella fue mala con él. Nunca le quiso, siempre le engañó.
- Y tu sabes lo que sufrió ella? Atada a ese monstruo.
- Que te dije que mi papá no es monstruo, Pablo?
- No, ya no más. La mamá quiere verte, le importas, le importa tu perdón y necesita verte, porque todo lo suyo es para ti.
- Que cosa?
- Está casa, el bosque, las cuevas, es de los dos. Pero tú sabes que debajo tiene un Inframundo. Ese no lo puedo llevar yo, porque es de pura energía femenina. El Cihuateteo, el lugar de las mujeres guerreras, las que murieron durante el parto. Y el puesto de líder de las Tzizimime las guardianas del Cihuateteo es para ti.
- No me interesan sus webadas.
- Sabes que las Tzizimime son todas de la sangre de Coatlicue, tu naciste con las alas y la cola de serpiente, acaso no se te ponen los ojos negros y ves todo en infrarrojo? Tu naciste para el puesto. Tus otras hermanas no les pasa eso.
- No voy a ir.
Quicré se tiró al suelo a mis pies, hecho un mar de lágrimas.
- No la entiendes, ella estaba sufriendo, tanto tantísimo tiempo. Era tan profundamente infeliz. Y ella incluso se quiso quedar y luchar por el Ah Puch, al final. Pero yo le dije que no. Así que si te vas a molestar con alguien, que sea conmigo. Le dije, mamá que haces, por fin pasó por lo que rogaste. Tú nunca lo quisiste, vete. Te quieres quedar ahora por orgullo, para que no digan que la mosca muerta de Metzli te ganó. Que la Metzli que era una mucama, le ganó a la Cihua que era una princesa. Busca a alguien que alguna vez te quiso y rehaz tu vida. El Tlecuh no, que eso nunca fue de verdad.
Lo mire ahí suplicando por ella, llorando por ella y supe porque era su hijo favorito. El nunca la juzgaria, estaba dispuesto a defenderla de todo a capa y espada. Adoraba a la Cihua.
- Que haces ahí tirado como un idiota?... Kiki?
Se le iluminó el rostro se puso de pie de un salto y me abrazo y me besó.
- Si, si, Kiki si. Kiki sí.
- Lo voy a hacer, vamos a ir a la nación iroquesa, pero solo para que ya no llores.
- Gracias, Lu.
- Kiki, si yo me enamorara de alguien y me quisiera ir con él, también me puedo ir así nomás?.
Hizo un largo silencio.
- Vale, pero no cualquier imbécil. Te tiene que amar de verdad, y su forma de amarte debe hacerte feliz, no daño. Osea, debe quererte bien, y tratarte bien y asegurar que te tendrá como una reina para siempre. En resumen, como te queri yo, sino no.
- Eres tan fome, Kiki. Tan penca fome.
- Si lo sé, lo siento.
- No es tan malo. Me podría acostumbrar.