Ojos tiernos

 - Para qué te has casado conmigo?

- Cómo para qué?

- Osea, Qué obtienes?

- De momento, una esposa. Y se rió.

- En serio. Porqué lo has hecho, qué ganas? O qué gana tu padre?

- Mi padre tiene sus propios negocios y le va bien. Deja que sus hijos como él, hagan lo que quieran.

Y yo pues, te lo diré. No me quedé contento luego que tu madre dijera que me iba a dar tu mano y luego te entregara a un mafioso. Eso fue un insulto.

- Daya seguro pensó que era lo mejor para mi, un matrimonio falso y luego quedar libre, rehacer mi vida como yo quisiera.

- Pero eso no pasó. Y luego escuché que te volvieron a comprometer a la fuerza dos o tres veces más. Parecía que estuvieran vendiendo un caballo, perdón por decirte, pero tu familia mexica no te respeta.

- Sí lo sé, la primera vez fue cosa de mi abuelo, que quería un aliado para enfrentar a Yahvé. La segunda, en realidad fue un acuerdo del consejo méxica en que cada miembro del consejo ofrendaría una hija para llegar a un acuerdo con los japoneses. La tercera sí fue cosa de mi padre Ah puch, porque necesitaba un heredero sano de su maldición.

- Me enteré, además de lo que podía escucharse entre gitanos, le preguntaba a Kesh lo que pudiera decirme. Me empecé a enganchar con la idea de que tus prometidos no te merecían y que yo podía haber sido mejor esposo para ti, pero no me dieron la oportunidad. Yo... me comencé a sentir fastidiado, luego molesto y celoso. A Kesh tampoco le gustaban y venia a contarme lo descontenta que estaba Daya y que no sabia como recuperarte.

Kesh vino a contarme de tu ultimo esposo. Dijo que te habian lavado el cerebro por completo y que Miriam habia comprobado que te tenían embrujada. Estaba echando pestes por la boca, furioso. Y yo también me indigné, era intolerable.

Así que cuando me comentó que Daya estaba buscando alguien para tí, para librarte de una vez de esa mala gente, yo fui. Daya te había prometido a mi, porqué estaba buscando de nuevo? Tu no tendrías que haber pasado por todo eso, si tan solo ella hubiera honrado su promesa. Te han hecho sufrir, y entiendo que ahora estés recelosa. Por eso no he querido que intervengan nublandote el pensamiento, lo que te demores en aceptarme, será lo que yo esperaré. Lamento las circunstancias, Daya no podía retrasarlo mucho, tenia que aprovechar que tu padre mexica estaba dispuesto a llegar a un acuerdo con ella ahora, tal vez luego cambiaba de opinión y perdía la oportunidad.

Tu, puedes regresar a tu casa, si quieres, no tienes que refugiarte con tus hermanos como si yo fuera un animal salvaje que vendré a buscarte para llevarte a rastras. No soy así. Solo te pido, déjame visitarte.

Así que he decidido ya no abusar de la hospitalidad de Miriam y Quele, regresaré a mi casa y dejaré que ojos tiernos venga a verme. Siento que ya no tengo que desconfiar de él. Ojalá no me equivoque.