Kaan me tocó la puerta.
- Es que no pude hablar bien contigo, Huitz tuvo una mala reacción.
- Huitz es una salvaje,Kaan. Pero ya no quedaba más que decir tampoco.
- Es que no la puedo dejar.
- Nunca te pediría que lo hicieras.
- Cuándo volviste con nosotros, pensé que estabas feliz.
- Lo estuve, un tiempo.
- Tú sabías que las cosas iban a ser así.
- Lo sé, no te estoy culpando.
- Huitz se lo ha tomado muy mal, no logro hacerla entrar en razón.
- Y tú cómo lo llevas?
- Mal también. Estoy aquí, siendo un tóxico de mierda.
- Qué bueno que lo notaste. Ahora vete a tu casa y cuida de Huitz.
Kaan estaba a punto de hacerme caso, cuando se asomó Kesh.
- Lucita, que haces en la puerta?
A Kaan le cambió toda la cara.
- El turco?! Nos dejaste para irte con el turco?!
- Estoy aquí, porque Lucita me pidió que la acompañe, porque la vez anterior que rompió contigo, no respetaste su decisión y te seguiste apareciendo por su casa. Y tenía razón, porque efectivamente, estás aquí, acosándola.
- No estoy acosándola.
- Lucita todavía tiene quien la proteja, está bien?
- No te fue bien con el otro turco, Luz, ten cuidado.
- Kaan, Kesh me ha cuidado toda la vida.
Kaan se retachó para su casa sin argumentar más.
Pero Kesh si argumentó.
- Dijo Nos dejaste? Porqué en plural? A quiénes dejaste?
- A él y a su hermana esposa.
- Espera. No estoy entendiendo. No le ponía los cuernos a su esposa contigo?
- No, Kesh. Lamento no haber especificado mejor ese detalle.
- Tú estabas...?
- Con los dos.
- A la vez ?
- A la vez. Ella, también es mi ex. Y está muy loca, Kesh. Con Kaan se puede razonar, no es problema, pero Huitzin, me está dando hasta miedo, se puede poner violenta. En realidad, te llamé más por ella que por él.
- Madre mía.
- Te estoy asustando, verdad?
- Lucita, así no te puedes quedar en el Anáhuac. Nos vamos con los gitanos.
- Pero todavía no me puedo ir...
- Te puedes ir. Y nos vamos. Cuando necesites volver, yo vengo contigo, pero sola no te dejo aquí.
- Al menos, déjame despedirme de mi papá, no me puedo ir a vivir lejos sin decírselo.
- Okey, vamos a ver a tu papá.
- Ahorita?
- Ahora, sí!
- Pero Kesh, qué le voy a decir?
- Está bien. Le diremos que... te pedí que vivieras conmigo. Y aceptaste.
- Puede funcionar.
- Muy bien. Pero, si le voy a decir a un demonio del Inframundo que me voy a llevar lejos de él a su princesa, por lo menos, me merezco un beso, o no?
- Kesh... Supongo que sí.
Y se me cruzó por la cabeza, qué curioso, nunca le dí siquiera un beso a Kesh. Nunca.
Kesh me besó, al principio despacio. Y se me vino a la cabeza un flasheo. Y luego otro, y otro. Si lo he besado antes. Ahora lo recuerdo. De hecho, mucho más que besarlo.
- Cuántas veces estuviste conmigo? Porqué me dijiste que jamás te paré bola?!
- Porque no lo recordabas, para qué confundirte. De mi sólo recordabas que soy tu hermano, nos criamos juntos y siempre te cuidé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario