Las cosas habían estado raras y tensas, Kesh se sentía distraído, triste y nervioso.
- No creo que mamá te haya dicho que estaba todo bien.
Tenía que preguntarle para confirmar, la idea que Lilith me había metido en la cabeza. Por lo que estaba viendo era lo más probable, pero no podía encontrar las palabras. Cómo le pregunto eso?, y decirle las cosas entre líneas tampoco iba a funcionar. Este hombre no entiende las sutilezas. Tendría que atacar entonces precisamente su ingenuidad.
- A quién me parezco?
- Cómo?
- A quién me parezco, Kesh?
- Tu rostro dices? A Miriam. Eres clavada a Miriam, sino conociera todos tus parientes mexicas no me creería que no son hermanas de sangre.
Fue un alivio en realidad, saber que no le recordaba directamente a Daya. Que no está conmigo porque le recuerdo a ella.
- A ver. Y que tal a Daya, no me parezco a ella?
- Y sí, claro.
- Y sí yo hago esto? Hice que se sentara sobre la cama y me senté a horcajadas sobre él e hice la pantomima de estar montándolo, mientras le sostenía la mirada. Te la recuerdo?
- Un poco sí. Pero eres diferente.
- Te gusta más eso, con ella o conmigo?
- Obvio que contigo.
Y ahí estaba, mi pobre tonto no se había dado cuenta lo que me acababa de confesar. Al menos sé que no podría serme infiel, es materialmente incapaz. Finalmente, la luz llegó a su cerebro.
- Tú sabías!! Lo sabes, lo sabes... Se quedó estático con los ojos abiertos, las lágrimas se le caían solas y rodaban por su cara. Ni siquiera era un llanto en toda regla, no había más ruido que el de su entrecortada respiración. Era un shock.
Trate de sacarlo de ese estado, le acaricié la cara, lo abracé, tomé su mano. Poco a poco volvió en si y comenzó propiamente a llorar.
- Kesh, cuéntame. Mírame!!... Cuéntame, cuándo comenzó y porqué?
Kesh lloró un poco más hasta que se calmó lo suficiente para hablar.
- Tenía 13 años.
- 13!
- Yo estaba muy triste, porque había sido la primera vez que te encontraste con Saúl y te habías ido con él y tuvieron la gema de Benny. Daya se había quedado la gema y fue la primera vez que te borró la memoria.
Yo me la pasaba llorando y ella me llamó aparte para preguntarme si estaba bien.
Yo le dije que estaba enamorado de tí y que todo lo que te había pasado a mí me dolía profundamente.
Y no sé, nunca me había visto tan triste, me quiso consolar. Y pasó. Luego seguía pasando, a veces. Ella sabía que yo estaba enamorado de tí y me consolaba porque jamás me hacías caso. Así comenzó.
- Hasta cuándo pasó?
- Hasta hace poco. Estaba solo. No estaba contigo todavía.
- Lo sé, lo sé.
Se había echado apoyando la cabeza en mi regazo. De pronto se acurrucó como un ovillo sobre sí mismo, ocultando la cara entre sus manos.
- Ahora que lo sabes me vas a dejar, verdad? Porque soy repugnante. Un asqueroso.
- Asquerosa es ella! Tú eras un niño, y eras su hijo. ( Y tan pinche falto de malicia)
- Pero yo pude haber.. haberme ido a vivir lejos, como Nash.
- Nash no sabe?
- Mamá me dijo que era un secreto y que no se lo dijera ni siquiera a Nash. Yo al principio no pensé que fuera algo malo, luego me dí cuenta que no era normal. Pero me quedé y lo seguí haciendo.
- Si ya no quieres hacerlo más, simplemente niégate, eres un hombre, ella no te puede obligar.
Otra vez ví cómo se hacía la luz en su cabeza. Cómo si realmente no hubiera esperado que esa fuera una opción. Tan... simple.
- Kesh, ella tiene que entender que ya te perdió, que te tiene que soltar. No vamos a huir de ella. Este es nuestro hogar, crecimos aquí, así que no sólo nos vamos a quedar, sino que le vamos a dar una lección. No vamos a reparar mi casa, la vamos a reconstruir, entre los dos, va a ser nuestra nueva casa, para que vea que vamos en serio...Pero está cama sí la llevamos allá.
- Entonces te vas a quedar conmigo?!
- Tú no tienes la culpa de lo que te hizo es bruja ardida. Además, ella todavía tiene al Antonio para entretenerse.
Kesh hizo un mohín de confusión con las cejas.
- Criaturita santa! Antonio es un sinvergüenza, Kesh. Ya alguna gente lo sabe, porque no es discreto como tú, y no lo sufre, lo disfruta. Teniendo una mujer tan buena y que lo ama tanto como la Rosi, no le da la gana de dejar a la Daya. Y a Daya no le da pena ni su propia hija.
A Kesh otra vez casi le dió algo
- Yo no podría hacer algo como eso jamás! Yo te amo, quiero respetarte, estar sólo contigo.
- Yo lo sé, mi amor. Por eso, Antonio es una caca, pero tú eres una buena persona... que le han pasado cosas.
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