Fui acompañada de Kesh al Anáhuac. Fuimos primero a la casa de papá porque yo no sé cómo ir donde vive el tío Quet.
- Mi Lupita! Te trataron bien esos salvajes?
- En realidad, no. Sonreí para que creyera que andaba de broma. Terminemos con ésto rápido.
Ah Puch nos guió hasta el palacio de Quetzalcóatl, el camino no fue largo, porque usó sus salvoconductos. Las cuevas que puede convocar para crear portales que conectan los subreinos del Anáhuac.
En las murallas cerca de la entrada, estaban Kaan y Huitzin esperando.
- Cómo sabían que vendría hoy?
- Sacamos las cuentas, tu gemita terminó de madurar, dijo Huitzin. Yo estuve cuidando tu casa, por si querías regresar.
- Menos los pollos, dijo Kaan. De hecho, los pobrecitos murieron.
- Todos?!
- Tuvieron un accidente, dijo Kaan. Huitzin hizo un puchero. Me pude imaginar qué clase de accidente. Huitzin ya no estaba molesta, seguro días de matar animales habían hecho maravillas por su humor.
- Bueno, les dije que no era necesario que vinieran, yo me las arreglo.
- Si, ya vimos que viniste con el turco. Solo queríamos ver qué estabas bien. Y dejarte saber que no te vamos a dar problemas. Eres nuestra hermana, nos seguimos preocupando por ti.
Kaan asuzó a Huitzin para que se fueran. Huitzin igual se acercó y me besó en la mejilla. Miró de reojo a Kesh y me soltó.
- Suerte, Luz. Se marcharon.
Entramos las murallas. En el rellano estaba el conchudo de Quicré.
Kesh lo vió e hizo lo que me prometió que haría si lo veía. Le partió la cara. Creo que fueron 3 o 4 puñetazos. Kiki se quedó hecho mierda, sangrando.
- Es tu nuevo marido el turco, Lu? Qué rápida que eres po, no me extraña.
- Vienes por la gema de Pon. Ni debería darte nada, pero me das pena. Pero primero me sirves de testigo.
- Testigo de qué?
- Papá, quiero que sirvas de garante. Pon, quiero que renuncies a la maternidad de tus hijas gemelas que Kesh tiene en su poder. Si no lo haces no le voy a decir dónde está la gema tuya y de Quicré que tengo.
- No!! Yo renuncio! Mi única hija es la que tengo con Quicré. Dásela por favor.
- Entonces, repite Quicré lo que ha dicho Pon para que mi padre y Kesh te escuchen.
- Ella renuncia a la maternidad de esas niñas en favor de Kesh.
- Ves cómo nos entendemos? Redacté este lindo contrato, ya que tienes mucha sangre ahí, fírmalo con eso.
- En serio eres... Pero Kiki rubricó el papel con su propia sangre y me lo devolvió. Dame mi hija.
- Hay! La dejé en la pirámide de mi papi, ahí se la pides luego.
Enfurruñado, Kiki masticó su rabia. Me voy a quedar, por Pon.
- Te quedarás acá en patio wey, porque yo no quiero que entres.
Y efectivamente ahí se quedó, no dejé que me acompañara.
Entramos finalmente al castillo. Y nos recibió el Quetzal. Alto galán otoñal. Parecido a Marduk sí, con su largo cabello entrecano lleno de bucles y su barba bien recortada. Pero dónde Marduk era brutal, Nigghizida era elegante y reposado. Tenía un aura de dignidad y sabiduría. Me quedé cautivada de un solo vistazo.
- Bienvenida, Coatlaxopeuh. Tú padre me presentó tu caso, y ni siquiera tengo que revisarte para decirte, no hay nada que hacer por tu hermana, no tiene salvación.
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