Volvimos a mi casa. Estuvimos cotejando versiones y sí, efectivamente nos contaron lo mismo a los dos.
- Pero, al menos sabes lo que tienes, Jay. Y mejor, sabes que algún día, como tú papá, te vas a curar.
- Ni siquiera eso lo tengo tan claro.
- Que sí! Estás madurando, solo que despacio. Yo creo que a tú papá le tomó demasiado porque no tuvo la actitud correcta.
- A qué te refieres?
- No maduraba porque se autosaboteaba. Se creó una red de mentiras para mantener su engaño. Y Nessasee solo lo dejó estar, se acomodó. Lo mantuvo y le permitió salirse con la suya por años. Así como iba a madurar, con una facilitadora como ella? Sabes Jay? Tu padre solo maduró cuando se enamoró de la Cihua y asumió su verdad y se la contó a ella. Osea, cuando dejó de portarse como un puberto y decidió ser un hombre.
- Y yo me sigo portando como un puberto, es eso?
- Cariño, ya tienes 30 años, eres adorable, pero no puedes seguir siendo un rayito de sol por siempre. Ya te toca cambiar. Yo creo que funcionará.
- Tú crees que debería entonces, dejar de esconderme y de mentir? Debería confesar que soy así?
- Sería un gran paso, sí. Creo que salir de tu zona de confort y afrontar el escarnio público te acercaría mucho a la madurez. Solamente, manténlo en tí, sin involucrar a tu padre. Le podrías arruinar la vida a tus hermanas. Solo dí que naciste así, y es un misterio.
- Tienes razón. Mis hermanas no saben nada y es mejor que se queden así. Tú... Me acompañarás a decirlo?
- No, Jay. Lo tomé por sorpresa.
- Porqué?
- No puedo ser tu facilitadora, Jay. No vas a madurar si te acomodas y dependes emocionalmente de mí. Tendrás que hacer tus cosas solo.
- Está bien, puedo hacer eso solo... No, no puedo. Por favor, no tienes que pararte a mi lado ni nada, solo quédate cerca de ahí aunque sea.
- Jay. Te amo, Sunshine...
- Pero...
- Te estoy dejando. Ya no más tonterías. Quiero que te vayas de mi casa ahora y te lleves a tus hijos y no vuelvas a buscarme más. Si regresas, te echaré, entiendes. Y si tengo que ser tu evento canónico o whathever para que madures, es lo que será. Aunque me muera de ganas por abrirte la puerta y besarte de nuevo. Te echaré.
- Lupita, por favor... Por favor! Yo haré lo que me pides. Puedo ir a la nación iroquesa y confesar la verdad. Que lo sepan, sí, es mejor! Y si no me quieres aquí con mis niños, está bien, saldré y te daré tu espacio. Pero déjame volver a verte, yo haré lo que sea para mejorar y ser el hombre que quieres que sea... Pero no me dejes.
- No vas a hacerlo por mí, no soy un sucedáneo de tu madre a quien tienes que contentar. Si vas a ser un hombre, tienes que hacerlo para tí mismo. Y estarás bien.
- Dices que me amas y es por mi bien. Pero me estás dando una patada. Tú no me amas, yo pensé que podría construirme un futuro contigo, soñé tantas cosas.
- Yo también, soñé muchas cosas para los dos, Jay. Soñé en ser egoísta y quedarme contigo y ser dos eternos adolescentes sin edad. Llenarnos de tecolotes y ser estúpidamente felices e irresponsables por siempre.
- ... Hagamos eso...
Moví la cabeza negativamente.
Se acercó a mi y me besó, como esa vez, la primera vez que lo hizo. Primero un roce de labios, luego un beso suave, luego uno apasionado. Descansamos a tomar aliento.
- Puedo, una última vez?... Y te prometo que me iré.
Estuvo llorando mientras lo hacíamos, sabiendo que era el fin, como despidiéndose de mi piel. Cuando terminó y nos repusimos, no me hizo repetirle nada. Solo se alistó, fue al patio por sus hijos en su cochecito. Levantó la mano para despedirse a lo lejos, con la sonrisa más triste del mundo.
Adiós, mi rayo de sol. Ve y fluye.
Yo, terminé la misión para la que los dioses me pusieron en la tierra. Cerré el círculo.
Mañana iré a buscar a mi hijo gato, volveremos a ser como al principio, solo los dos.